Respetamos para poder recibir respeto. Honremos y no juzguemos.
Defendamos, no conquistemos por el gozo de poder y nos vendamos por dinero.
Que nuestra palabra sea tan justa e inquebrable como la ley.
Las aves juegan con el cielo, los sapos festejan en sus estanques.
Convivamos y lleguemos a viejo juntos, balanceemos nuestro pensar y sentir.
Controlemos esa mala vibra del prejuicio,
Cultivemos la humildad y no la codicia.
Escribo estas letras y varias lágrimas se escapan de mi ojo derecho
Haciendo su trayecto por mí mejilla mientras vuelo sobre aguas internacionales.
Mas no te confundas, no es tristeza sino alegría; pues me siento orgulloso de sentir todo esto.
Yo soy un hombre, no un cobarde.
Carlos A.
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