Ante lo divino y ante la ley todo hombre y mujer... nosotros...todos... somos iguales. 
Respetamos para poder recibir respeto. Honremos y no juzguemos.

Defendamos, no conquistemos por el gozo de poder y nos vendamos por dinero. 
Que nuestra palabra sea tan justa e inquebrable como la ley.

Las aves juegan con el cielo, los sapos festejan en sus estanques.
Convivamos y lleguemos a viejo juntos, balanceemos nuestro pensar y sentir.

Controlemos esa mala vibra del prejuicio,
Cultivemos la humildad y no la codicia.

Escribo estas letras y varias lágrimas se escapan de mi ojo derecho 
Haciendo su trayecto por mí mejilla mientras vuelo sobre aguas internacionales. 
Mas no te confundas, no es tristeza sino alegría; pues me siento orgulloso de sentir todo esto. 

Yo soy un hombre, no un cobarde.

Carlos A.