Introducción: Pasé por mi antiguo colegio y horas después por la catedral y me trajo muchos recuerdos...

Primer sorbo a mi café; noto las personas pasar al otro lado del ventanal mientras la"barista" me trae un poco de azúcar y una campanada suena a lo lejos dejando que las letras fluyan llenas de recuerdos:

Te recuerdas, amigo mío, en esos años del campanario en los alrededores de la iglesia donde las tertulias eran eternas, acompañadas de esas carcajadas que alimentaban a un alma inocente.

Le doy un segundo sorbo a un café ya endulzado mientras continuo con el recuerdo:

Te recuerdas, amiga mía, en esos años que bailábamos juntos los 3, jugando a saberlo todo. Esos tiempos en que nos equivocábamos, nos perdonábamos, nos caíamos para luego levantarnos con la misma intensidad. Dónde estarán esos, nosotros los de entonces?

Qué pasaron con esos años? Hoy en un presente distinto, cambiado, donde nosotros y los otros no somos los mismos.

Tercer sorbo... la posición de mi taza al tocar mis labios me anuncia el final de mi bebida aromada:

Te recuerdas amante del amor en esas noches en que nuestros sueños reinaban en la oscuridad, rozando y tentando al silencio. Que curioso es el pensar que nunca fui tuyo y nunca fuiste mía, romances de niñez llenos de fragilidad y volatilidad; pero con el tiempo entendemos la lección dejando de lado las primeras impresiones, donde las ilusiones se vuelven nada y el juicio un requisito impuesto por el ambiente decorado de paredes y antifaces carnavalescos.

Mi boca se queda buscando un cuarto sorbo...

Campanario de un ayer, estructura de recuerdos, que compone esa melodía de 2 golpes.
Campanario que en este presente pocas son las veces que te hacen cantar.
Campanario que no podré olvidar. 

Carlos A.