“Y yo no tengo valor de ver como te marchas, como si no pasara nada…nada”. Escucho esas letras de esta canción y trato de recordar lo poco que puedo de ti, pues han pasado tantas primaveras que nos ha convertido en casi unos extraños.

Pensé un poco más e imagine que sentías tu voluntad ida, sentiste frío en este ambiente emblanquecido
Mientras pasabas desapercibido entre la gente que te buscaba sin encontrarte? No te soñaste así.

Y no hay nada ya que hacer cuando vez tu reloj sin manecillas, dándote cuenta que el
Tiempo ha volado en un ayer por olvidar mientras el conductor te espera sin prisa en el tren que has de abordar.

Algunos preguntaron si lo viste venir, y como espectador sin interés te encoges de hombros mientras garabateas en un papel la ciudad que te decides dejar atrás.

“En este ajedrez de vida somos piezas engañadas que creen tener voluntad propia mas son movidas por terceros”… te imaginé sonriendo mientras pincelabas esas letras en tu obra inédita y escondida ya para siempre, para luego darme cuenta que ese no eres tu, que una vez más me encontraba con el sarcasmo durante el proceso de esta inesperada despedida.


En esta nada convertida en noche que arropa a un todo incompleto te encuentras con ese que te sonríe y se despide... ese niño en traje de adultez de carita familiar de esas memorias de juventud que hacías olvidadas. Y una vez más tu risa contagiosa nos alegró este momento en el tiempo.

Ya dejados atrás esos tiempos de codos sobre el bar, de esas tertulias entre amigos, te encuentras en este presente de segundos llamados días y de semanas que se convierten en años, mientras respiras una calma esotérica.

Carlos A.

Dedicado a C. 
Nov.  9 del 2012