Esas palabras que queremos expresar, esas que quedan cortas cuando estamos llenos de una ilusión, o de amor, de impotencia, de tristeza… de tantas otras emociones, algunas veces sintiendo todas al mismo tiempo. Esas palabras que queremos decirlas en soledad o escribirlas solo para nosotros, o cuando el subconsciente nos traiciona y el deseo oculto, y tan sencillo, es el alimentado de esa necesidad de ser escuchados, entendidos, de ser parte de algo, de alguien, o simplemente decir adiós para cerrar un capitulo y poder abrir uno nuevo.

Quizás escribo toda esta introducción para decir lo que muchos piensan, sienten; pero simplemente no sale durante la presencia del sonido de su voz en tertulias, reuniones colectivas o en esas que son íntimas. Quizás es el miedo, porque se cree que no vale la pena, ya que esas palabras llegaran a oídos sordos, a un grupo de insensibles en una sociedad que carece de valores, de sentimientos y hasta del sentido común.

Donde lo “pasajero” se vuelve pasajero más rápido de la cuenta y donde eso que llamamos “amistad” y “familia” se reduce a dinero, conveniencia, presentes efímeros donde en un mañana o tal vez por unos mares de distancia nos convierte en memoria, o peor, en olvido.

Tantas paredes levantadas para protegernos de un mundo y una realidad que nosotros mismos hemos creado. Nuestra historia nos demuestra que sucumbimos  a lo fácil, a lo mal hecho y a lo que tiñe nuestro honor (otra valor que va muriendo rápidamente); tan sencillo hacerlo porque el otro camino es tan duro lleno de tantas responsabilidades.

Sí, somos libres (o al menos eso pensamos), y nos debemos el buscar momentos de felicidad. Pero también nos debemos a otros. No estamos solos, ni siquiera nacemos solos (pues nacemos de alguien y, ya sea padres, tíos, abuelos, hermanos, el estado, el que te encontró en la calle; cuida de una u otra forma de ti mientras no sabes ni siquiera agarrar una cuchara). Está en nuestra naturaleza el egoísmo, pero también está la convivencia. Todo es una balanza, pues el ser ignorante nos hace peligrosos, pero el demasiado conocimiento también, sino imagínate a ese que creo algo tan importante para la humanidad y luego eso tan importante termino creando la bomba atómica. Que tormento habra sido el saber lo que venía en un futuro no muy lejano y que fuiste en parte responsable de lo que vendria...

Y llegamos a este punto del ensayo donde te preguntaras el porqué de este punto de vista que presento, a qué o a quién me refiero. Pero realmente es eso lo importante? O son esas las preguntas correctas? No lo creo.

Este escrito no está lleno de pesimismo tampoco. Mi deber como una voz en papel para muchos, o para pocos, es transmitir no solo palabras llenas de entretenimiento, o drama, poesías de amor o de tristezas o historias de terceros o cuentos imaginarios. Es también, de vez en cuando, de cuando en vez, transmitir una idea, algo que genere un cambio. Si logro eso entonces la tinta usada no ha sido en vano, no ha sido solo entretenimiento de unos minutos u horas.

Antes de despedirme quiero que imagines esta experiencia que viví: Estuve parado contemplando un “atardecer escondido detrás de las nubes” y sentí algo distinto, algo que primero me hizo tirar una foto y compartirla. Pero luego sentí un conjunto de cosas y eso me convirtió en una marca, un punto en un espacio donde el tiempo se detuvo en mi imaginación y con ello vino la calma; quizás pasajera, pero realmente no importo que tanto duro ella mientras las manecillas del reloj avanzaban y no importa tampoco ahora, porque mañana saldré a buscar más de ella.

Finalmente, a ti que te olvidaste; espero que estés bien, que cuando leas esto te dé más que nostalgia, te de confort y que te inspire a escribir una carta, a realizar una llamada o simplemente levantar la cabeza y decirle a quien esté cerca, aunque sea un extraño “hola que tal tu día”, quizás te sorprendas lo que encuentres.

Recuerda estas palabras de un gran hombre que conozco: “si vas a darme algo de cariño, dámelo ahora en vida, y no vayas a decir lo bueno que era cuando ya no esté”.


“Una palabra, un gesto, una mirada no cuesta nada y vale tanto”.