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Esperar es como una playa en una isla desierta, escondida...

Mientras siente las caricias del agua, a veces tibia, a veces fría,

Mientras se despide de la luz mientras atardece, esa luz que juega con el horizonte,

Y habla con la luna en esas noches despejadas, que pinta las olas.

 

Y en esas noches... en esas mismas noches,

que cuando ella se distrae, se pone a contar estrellas,

creyendo, o haciéndose creer, que hay otras playas del otro lado

contándolas con ella.

 

Y entonces, llega ese momento, en que la espera se hace pausa,

en el que el tiempo cambia al sentir esas pisadas pasajeras,

de viajeros que llegaron a admirarla,  

o náufragos que la vieron como su salvación.

 

Luego, cuando se marchan, la playa sigue allí,

nuevamente a su rutina,

a sus conversaciones con el sol y con la luna.  

Y queda allí, esperando nuevamente por otras pisadas,

que al marcarse den memoria,

y que cuando la mar entre y las borre, den muestras de un olvido ya esperado.

 

Carlos A.