Es la tercera carta que inicio y destruyo en menos de 10 minutos. Tratando de buscar las palabras para revelarte lo que siento, para desahogar con tinta azul lo que necesito expresar; tal vez gritarte… gritarle a todos. Comentar esas cosas que llevo dentro, esos secretos, lo que nunca digo y me consume por dentro.

“Es que no sabes…” – Son las líneas que inician un segundo párrafo que seguían un primero sin coherencia, sin sentido y letra temblorosa. Como si gagueara en cada trazo de una confesión dibujada a medias. 

“…y eso era”, concluía mi tercer párrafo arrugando mi frente y mordiendo mis labios secos mientras los ensalivaba y al mismo tiempo sentía el sabor de mi sangre seca en ellos. Así, lleno de impotencia, rompía una vez mas este intento, sumándose a las 3 anteriores en el zafacón que hacia de cementerio de unas letras mediocres que se quedaban cortas.

“…He estado en esta misma posición en el pasado…” – Iniciaba mi nueva y quizás la última carta de mi soplo acabado… suspiré dejando mi corazón acelerarse y dejando que mis ojos se llenaran de lágrimas y nuevamente hacia del papel mi cómplice, mi confidente, mi testamento, mi confesión. Dándole todo lo que tenia como diario de quinceañera.

Esta vez, fue distinto, una hoja se convirtió en 2 y sin saberlo ya cerca de 30 páginas habían sido escritas por estas manos cansadas y maltratadas. Cierto, tenia algunos tachones y algunos párrafos necesitaban un poco de trabajo para que tuviesen más sentido y su lector no perdiera el hilo; mas el tiempo se agotaba y mis fuerzas me iban abandonando. Necesitaba plasmar aquí lo más que pudiese antes de que vinieran por mí. 

Sí, había escrito todo esto lo más rápido posible pues no sabía cuanto tiempo mas quedaba y esto no podía quedar así, así no…alguien debía seguir la historia, desencadenar la verdad y quizás así conseguiría  tu perdón, o al menos tu comprensión.

“Lorenzo, ya es hora” – escuchaba la voz de mi entrega, segundos antes de que se abriera la puerta de este sótano, frio y oscuro donde había estado por tantas horas acompañado de una lamparilla, la pluma y estas hojas ahora llenas de mi confesión; que apenas me había dado tiempo a esconder; rogando que seria encontrado por "ellos", los únicos que sabían de mi paradero. Y asi, sin olvidarme de las del zafacón que las habia degustado unos segundos antes, dejaba todo listo (y en mi ingenuidad absurda forrada de miedo y cansancio) fuera de sospechas.

No recordaba bien como había parado en el piso de esta furgoneta, tirado allí solo podía imaginarme un conjunto de finales variados mientras de reojo pude notar a uno de los matones, el que me había seguido por tanto tiempo.

Luego de unos segundos, al concluir de mi vago estudio del entorno y corto analisis de mis secuestradores, sentí el vehículo detenerse.

Había llegado el momento, había cargado con tantas cruces, había luchado tanto por esta historia que al final me había consumido como consumió a mi predecesor. Aquí lo entregue todo, lo perdí todo… sentí como me levantaban a medias por mis brazos, y a mucho esfuerzo arrastraba mis piernas tratando de mantener el paso.

 Deje la furgoneta negra atras entrando a la facilidad, camino a mi nueva "suite" de 4 paredes, puerta de barrotes, cero ventanas y un aroma ulcerado...


“llena de lujos”- pensé mientras dejaba salir una sonrisa llena de morbo. Al parecer mi existencia todavia tenia un valor para "los cinco", aquellos que habian decidido mantenerme con vida, al menos por el momento. 

Me deje acomodar bruscamente en el colchón roto y acaricie sutilmente la pared que seria mi nueva confidente, mi nuevo papel, donde escribiría tu nombre.

Una voz gruesa rompía mi concentración dándome la bienvenida – “hola me llamo Jorge, pero mis amigos me llaman el tuerto. Al parecer compartiremos este palacio, ya te iras enterando de las reglas. La más importante es la No. 1, no me jodas para no joderte. entiendes?... Ahh y se me olvidaba, no te preocupes, me mandaron a decirte que lo que escribiste estará bien seguro”, concluía cerrando con una sonrisa sardónica.

Le di la espalda, mirando a mi nueva amiga la pared.

Carlos A.
PS: Continuara... Quizas...

Confesion de un Inocente Prisionero II