Me basta el silencio para escucharte,
me basta mirarte para sentirte,
me basta tanto y a la vez nada para saber que sin ti no existo,
que teniéndote te extraño y que me duele que no te tenga algún día.

Son tantas cosas las que puedo sentir;
en solo un instante descubro lo que está dentro de mí que simplemente no puedo expresar,
mas lo intento por primera vez, esta vez...
eso que embriagado de palabras al final no dice nada, no tiene sentido alguno.

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Si supieras que me basta mirarte desde lejos.
Ver como el viento acaricia tu pelo con este sublime aliento de otoño que marca mi vida,
que marca la nuestra.

Separados y unidos por el tiempo,
maltratados por un pensar del pasado que nos atravesó el alma
y que nada ha podido sellar.

Si supieras que oigo tu voz, incluso cuando estas ausente,
porque una mirada tuya, una palabra tuya lo dice todo
y también dice nada.

Y hasta ese nada es melodía de silencio en esta vida que grita tu sudor rosando mi piel
anhelando darte el placer del cansancio, en esa noche fría, que se convierte
en la más soñada por colegiala ardiente de pasión, deseosa de amor del bueno,
de ese que llaman sincero.

Me basta nada, me basta saber que estas y siempre serás,
me basta saber que te acaricio, saber que tú me tienes,
aunque del mañana solo tenemos la incertidumbre.

El mañana es de nadie, es el misterio que nunca acabará,
mas en este ahora me das el presente de tu aliento y eso me bastará;
pues mañana quizás seremos pasado, pero esto nunca será olvidado.


...



Escrito en Colaboración por: Pedro L. y Carlos A.