Eran las 2.30pm cuando parĆ© en la estaciĆ³n de tren, luego de recorrer varios Kms. sin rumbo; como perdido en un limbo mental, en un trance que me impedĆa discernir entre sueƱo y realidad.
Me encontraba allĆ sin deseo a nada, sin saber cĆ³mo habĆa dado con aquella estaciĆ³n. Solo querĆa matar el tiempo, evitando enloquecer en este mundo sin sentido creado por mi inconsciente ser o quizĆ”s mi ser consentido. Mas lo curioso era la falta de memoria, como si mi mente hubiese bloqueado parte de mi existencia, como si aquel dĆa me hubiese indicado a andar sin rumbo.
Al entrar a la estaciĆ³n pensaba que enloquecĆa, pues oĆa conversaciones de personas que no podĆa ver. Me DirigĆ hacia la informaciĆ³n para comprar un ticket y para saber por quĆ© estaba tan muerto el lugar. El escritorio vacĆo con un letrero que decĆa regreso en 20 minutos.
Continuaba escuchando voces, voces en diferentes idiomas, diferentes tonos. Algunos peleaban; otros, los que podĆa entender, hablaban de historias comunes.
Mis manos acariciaron mi cabello con la agresividad de querer arrancarlo, estaba seguro que la locura habĆa llegado a mi puerta. Estaba solo mas me sentĆa en medio de una multitud. SoltĆ© un grito que hizo eco en todo el lugar y la estaciĆ³n callĆ³… ni una voz se escuchaba en aquel lugar que empezaba a darme escalofrĆos.
Mis ojos PestaƱaron una vez, mirando alrededor. Una segunda vez y una sonrisa de paciente de manicomio se pintĆ³ en mi rostro. Una tercera vez y la estaciĆ³n oscureciĆ³.
SentĆ mi estĆ³mago removerse y mis rodillas dĆ©biles; la sensaciĆ³n de frĆo y calor entrĆ³ en mĆ y las gotas frĆas acariciaban mi frente. No habĆa sentido tanto miedo en aƱos.
Las escaleras que daban al baƱo, hacia el piso inferior, se iluminaron. No podĆa entender de donde venĆa la luz; definitivamente habĆa enloquecido o como poco alguien habĆa puesto algo en una bebida que no podĆa recordar que habĆa tomado.
CĆ³mo esto podĆa ser real!?
EmpecĆ© a dudar de que me encontrase en una estaciĆ³n, aunque podĆa notar la estructura, las escaleras, el reloj lleno de polvo, sin manecillas y la boleterĆa con su letrero que decĆa que volverĆa en 20 minutos y para mĆ ya una eternidad habĆa pasado. 20 segundos, 20 minutos, 20 aƱos…en aquel lugar parecĆa no haber tiempo.
SentĆ que la oscuridad me absorbĆa, como droga que consume tus neuronas. SentĆ mi cuerpo ligero y como un "corrientazo" de electricidad, una de las tantas manifestaciones del miedo, un chispazo de energĆa me hizo dirigirme hacia las escaleras iluminadas. Todo se movĆa en cĆ”mara lenta, como pelĆcula de suspenso, como si cada paso contara, como si cada paso fuera el Ćŗltimo.
Al llegar al primer escalĆ³n una voz casi angelical canto, diciendo: -“Que haces aquĆ”. Su voz venĆa acompaƱada de un perfume de aroma a jazmĆn que arropo el lugar emitiendo un calor sublime que subiĆ³ por mis pies hasta mi sien – fue cuando me di cuenta que andaba descalzo y mi pie derecho sangraba mientras el otro se encontraba tan limpio y sano como el de niƱo reciĆ©n nacido, mas dolor no sentĆa -, cuanta paz y cuanto miedo al mismo tiempo, quizĆ”s esta era la segunda vez en toda mi existencia que habĆa podido unir estos conceptos, pues en un mundo lĆ³gico estos pueden encontrarse en lados opuestos la mayorĆa de las veces, mas en esta “pesadilla” lo comĆŗn era sustituido por lo absurdo.
Mi cuerpo aligero su tensiĆ³n y respondĆ: - “eso me pregunto yo”- tartamudeando un poco, continĆŗe: - “y tu como llegaste aquĆ”.
ParecĆa una niƱa, que su hermosa cabellera de rizos de oro cubrĆan su cara. VestĆa de blanco, mas sus zapatos eran negros, llenos de lodo. Por su tamaƱo y tono de voz podrĆa decir que estaba entre los 10 y 12 aƱos.
No podĆa entenderlo, pero es como si la conociese… su nombre retumbaba en mi cabeza…
“Sabes quiĆ©n soy, sabes que hago aquĆ. Por quĆ© te cuesta tanto recordar? Di mi nombre, eso te ayudara”.
Nada tenĆa sentido, ni el lugar, ni la niƱa, ni yo. Esto tenĆa que ser un sueƱo o quizĆ”s estoy alucinando… es sencillamente imposible.
La niƱa aclarĆ³, dando respuesta a lo que leyĆ³ suspirado por mi mente: - “todo es tan sencillamente complejo, de las pequeƱas cosas estĆ”n formadas las grandes… la vida estĆ” lleno de ciclos, y uno de ellos es llevar lo simple a lo complejo y luego tomar eso complejo y dividirlo en porciones simples para luego iniciar de nuevo. Somos nada y somos todo. Di mi nombre”.
“No, no lo sĆ©… dime quien eres…dime que pasa” – Alzando mi voz replique y la niƱa llorĆ³.
SintiĆ©ndome culpable me acerque hacia ella, tratando de remediar la reacciĆ³n de mi acciĆ³n. Coloque parte de su cabellera detrĆ”s de sus orejas y puse mi mano derecha en su barbilla. Estaba helada como rio congelado en invierno. LevantĆ© su marco para notar su ausencia de semblante… sin ojos, labios, nariz...nada.
RetrocedĆ, tropezando con las escaleras, cayendo de espalda, note un dolor inmenso en mi pie derecho, pero ya no sangraba. ContinuĆ© retrocediendo hasta llegar al inicio de las escaleras, gritando: - “quĆ© carajo pasa aquĆ, quien eres!”
El lugar se iluminĆ³, la estaciĆ³n recobra la vida y las voces regresaron acompaƱadas de personas que podĆa ver. Todos se detuvieron y se fijaron en mĆ, no podĆa saber si me veĆan como manada que observa su presa inmĆ³vil o como tribu que recibe a un extraƱo.
De repente ese calor sublime acaricio mi mano, la niƱa sin rostro tomaba de ella y dijo: - “has durado mucho tiempo asĆ, solo di mi nombre y abre los ojos”.
Musite: “Lorna”
Foto de Szabolcs Toth via Pexels: link |
Me encontraba allĆ sin deseo a nada, sin saber cĆ³mo habĆa dado con aquella estaciĆ³n. Solo querĆa matar el tiempo, evitando enloquecer en este mundo sin sentido creado por mi inconsciente ser o quizĆ”s mi ser consentido. Mas lo curioso era la falta de memoria, como si mi mente hubiese bloqueado parte de mi existencia, como si aquel dĆa me hubiese indicado a andar sin rumbo.
Al entrar a la estaciĆ³n pensaba que enloquecĆa, pues oĆa conversaciones de personas que no podĆa ver. Me DirigĆ hacia la informaciĆ³n para comprar un ticket y para saber por quĆ© estaba tan muerto el lugar. El escritorio vacĆo con un letrero que decĆa regreso en 20 minutos.
Continuaba escuchando voces, voces en diferentes idiomas, diferentes tonos. Algunos peleaban; otros, los que podĆa entender, hablaban de historias comunes.
Mis manos acariciaron mi cabello con la agresividad de querer arrancarlo, estaba seguro que la locura habĆa llegado a mi puerta. Estaba solo mas me sentĆa en medio de una multitud. SoltĆ© un grito que hizo eco en todo el lugar y la estaciĆ³n callĆ³… ni una voz se escuchaba en aquel lugar que empezaba a darme escalofrĆos.
Mis ojos PestaƱaron una vez, mirando alrededor. Una segunda vez y una sonrisa de paciente de manicomio se pintĆ³ en mi rostro. Una tercera vez y la estaciĆ³n oscureciĆ³.
SentĆ mi estĆ³mago removerse y mis rodillas dĆ©biles; la sensaciĆ³n de frĆo y calor entrĆ³ en mĆ y las gotas frĆas acariciaban mi frente. No habĆa sentido tanto miedo en aƱos.
Las escaleras que daban al baƱo, hacia el piso inferior, se iluminaron. No podĆa entender de donde venĆa la luz; definitivamente habĆa enloquecido o como poco alguien habĆa puesto algo en una bebida que no podĆa recordar que habĆa tomado.
CĆ³mo esto podĆa ser real!?
EmpecĆ© a dudar de que me encontrase en una estaciĆ³n, aunque podĆa notar la estructura, las escaleras, el reloj lleno de polvo, sin manecillas y la boleterĆa con su letrero que decĆa que volverĆa en 20 minutos y para mĆ ya una eternidad habĆa pasado. 20 segundos, 20 minutos, 20 aƱos…en aquel lugar parecĆa no haber tiempo.
SentĆ que la oscuridad me absorbĆa, como droga que consume tus neuronas. SentĆ mi cuerpo ligero y como un "corrientazo" de electricidad, una de las tantas manifestaciones del miedo, un chispazo de energĆa me hizo dirigirme hacia las escaleras iluminadas. Todo se movĆa en cĆ”mara lenta, como pelĆcula de suspenso, como si cada paso contara, como si cada paso fuera el Ćŗltimo.
Al llegar al primer escalĆ³n una voz casi angelical canto, diciendo: -“Que haces aquĆ”. Su voz venĆa acompaƱada de un perfume de aroma a jazmĆn que arropo el lugar emitiendo un calor sublime que subiĆ³ por mis pies hasta mi sien – fue cuando me di cuenta que andaba descalzo y mi pie derecho sangraba mientras el otro se encontraba tan limpio y sano como el de niƱo reciĆ©n nacido, mas dolor no sentĆa -, cuanta paz y cuanto miedo al mismo tiempo, quizĆ”s esta era la segunda vez en toda mi existencia que habĆa podido unir estos conceptos, pues en un mundo lĆ³gico estos pueden encontrarse en lados opuestos la mayorĆa de las veces, mas en esta “pesadilla” lo comĆŗn era sustituido por lo absurdo.
Mi cuerpo aligero su tensiĆ³n y respondĆ: - “eso me pregunto yo”- tartamudeando un poco, continĆŗe: - “y tu como llegaste aquĆ”.
ParecĆa una niƱa, que su hermosa cabellera de rizos de oro cubrĆan su cara. VestĆa de blanco, mas sus zapatos eran negros, llenos de lodo. Por su tamaƱo y tono de voz podrĆa decir que estaba entre los 10 y 12 aƱos.
No podĆa entenderlo, pero es como si la conociese… su nombre retumbaba en mi cabeza…
“Sabes quiĆ©n soy, sabes que hago aquĆ. Por quĆ© te cuesta tanto recordar? Di mi nombre, eso te ayudara”.
Nada tenĆa sentido, ni el lugar, ni la niƱa, ni yo. Esto tenĆa que ser un sueƱo o quizĆ”s estoy alucinando… es sencillamente imposible.
La niƱa aclarĆ³, dando respuesta a lo que leyĆ³ suspirado por mi mente: - “todo es tan sencillamente complejo, de las pequeƱas cosas estĆ”n formadas las grandes… la vida estĆ” lleno de ciclos, y uno de ellos es llevar lo simple a lo complejo y luego tomar eso complejo y dividirlo en porciones simples para luego iniciar de nuevo. Somos nada y somos todo. Di mi nombre”.
“No, no lo sĆ©… dime quien eres…dime que pasa” – Alzando mi voz replique y la niƱa llorĆ³.
SintiĆ©ndome culpable me acerque hacia ella, tratando de remediar la reacciĆ³n de mi acciĆ³n. Coloque parte de su cabellera detrĆ”s de sus orejas y puse mi mano derecha en su barbilla. Estaba helada como rio congelado en invierno. LevantĆ© su marco para notar su ausencia de semblante… sin ojos, labios, nariz...nada.
RetrocedĆ, tropezando con las escaleras, cayendo de espalda, note un dolor inmenso en mi pie derecho, pero ya no sangraba. ContinuĆ© retrocediendo hasta llegar al inicio de las escaleras, gritando: - “quĆ© carajo pasa aquĆ, quien eres!”
El lugar se iluminĆ³, la estaciĆ³n recobra la vida y las voces regresaron acompaƱadas de personas que podĆa ver. Todos se detuvieron y se fijaron en mĆ, no podĆa saber si me veĆan como manada que observa su presa inmĆ³vil o como tribu que recibe a un extraƱo.
De repente ese calor sublime acaricio mi mano, la niƱa sin rostro tomaba de ella y dijo: - “has durado mucho tiempo asĆ, solo di mi nombre y abre los ojos”.
Musite: “Lorna”
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